Siempre hemos escuchado frases como "Estudia y llegarás lejos" o "Estudiar da sus frutos". No es que no sea cierto pero, con los tiempos que corren, parece que nos cuesta creerlo. Todos tenemos familiares, amigos o conocidos que, con su título universitario en el bolsillo, han tenido que emigrar a otros países intentando trabajar de "los suyo" o, simplemente, trabajar.
La respuesta fácil es: por culpa de la crisis. Sin embargo, debemos pararnos a reflexionar y pensar hasta qué punto podemos nosotros y nosotras decidir sobre nuestro futuro. Evidentemente, no podemos influir sobre la situación económica del país, pero sí podemos tomar pequeñas decisiones que, a diferencia de la llegada a la luna, no suponen un gran paso para la humanidad, pero sí para nosotros mismos. Para ello, es muy importante conocer bien toda la información y no precipitarnos a la hora de elegir. Cuando llega el momento de tomar decisiones, debemos dejarnos orientar, pero ser los responsables de nuestra propia elección.
Elegir un itinerario académico y profesional no es una tarea sencilla. Por eso, antes de decidir, debemos conocernos bien, tanto a nosotros y a nosotras mismas como al entorno que nos rodea y las posibilidades que éste nos ofrece. No basta con decir "esta carrera tiene muchas salidas", también hay que pensar "¿me siento capaz y con ganas de hacerla?", "¿me veo trabajando en algo relacionado con este campo?", ¿merece la pena el esfuerzo que debo hacer para pasar todas esas horas en clase y delante de los libros en mi casa?". Según sean tus respuestas a estas preguntas sabrás si estás cerca o no de tomar una decisión acertada. Incluso, una vez tomada la decisión, deberás pararte varias veces a valorar si, realmente, estás caminando en la dirección adecuada.
Nadie te asegura que no tengas que desplazarte a 2300 km de tu casa, puede que, incluso, te apetezca hacerlo llegado el momento. Lo que debes tener claro, en cualquier caso, es que has sido tú quien ha elegido cuándo y dónde empezar el viaje.
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